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Quebec, 28 de junio de 2017 (Peter Malone). El 21 de junio será recordado como el día de Scorsese para SIGNIS. Comenzó por la mañana con una proyección especial de su película Silencio para los asistentes al Congreso Mundial de SIGNIS, cita compartida con los delegados de la Conferencia anual de la Asociación Católica de Prensa de América del Norte. La película fue presentada por el coguionista de Silencio, Jay Cocks.
Para la sesión de la tarde, Martin Scorsese fue entrevistado por el periodista y escritor Paul Elie, de la Universidad de Georgetown. Algunas preguntas fueron preparadas por Rose Pacatte y Peter Malone, mismas que se incorporaron de manera más general en los cuestionamientos del presentador.
También durante la tarde, todos los delegados asistieron a la Celebración Eucarística del Congreso, realizada en la Catedral de Nuestra Señora de Quebec. Martin Scorsese participó de la misa.
En el banquete de clausura del Congreso, en la Terminal de Cruceros de Quebec, Gustavo Andujar, presidente de SIGNIS, entregó el Premio Excelencia Cinematográfica a Scorsese, quien respondió reconociendo a nuestra Asociación y su servicio, y señalando que las películas no tienen que ser explícitamente religiosas.
La entrevista
En sus respuestas a Paul Elie, Martin Scorsese habló sobre su vida, su carrera y su perspectiva acerca de la narración cinematográfica y la espiritualidad; también sobre cómo abordó la trama de Silencio.
Aunque existen muchos artículos y entrevistas sobre la infancia de Martin Scorsese, él contó estos acontecimientos a la luz del proceso de creación de Silencio.
A los siete años, Scorsese comenzó a asistir al catecismo en la Catedral de San Patricio. Las calles del Nueva York de entonces eran duras y peligrosas, y el joven Martín, impedido por un asma severo, convirtió a la Catedral y a los teatros en sus refugios, naciendo un profundo amor por el cine.
En su relato de infancia, a diferencia de otras celebridades que recuerdan su experiencia con la Iglesia, no se asoma en él ningún rasgo de amargura. Más bien, Scorsese pareciera estar en casa dentro de la iglesia, siendo parte de su vida de juventud, como monaguillo, con sacerdotes y religiosas agradables con quienes pasó gran parte de su formación.
Una parte significativa del relato de Scorsese, refiere a un sacerdote recién ordenado (en 1953, el año en que Scorsese cumplió once), el Padre Principe, que fue una gran influencia tanto por su conocimiento del cine, como por su testimonio como modelo sacerdotal.
Incluso fue un factor decisivo en la decisión de Scorsese de ingresar al seminario de la ciudad de Nueva York. Pero, después de tres meses, se dio cuenta de que querer ser como alguien no era precisamente una vocación. El Padre Principe murió recientemente, a los 89 años.
Scorsese parece tener una buena relación con los sacerdotes, especialmente con el jesuita James Martin. Durante su sesión de preguntas y respuestas, no olvidó recordar al recientemente fallecido Jerry Martinson SJ, (notable miembro de SIGNIS) quien fue asesor y enlace en Taiwan para Silencio.
Siguiendo con su recuerdo del Padre Principe, Scorsese asegura que fue él quien alentó su vocación cinematográfica y le animó a leer con mayor profundidad a autores como James Joyce, Dostoievski y Graham Greene, especialmente sobre los dilemas morales católicos que enfrenta el protagonista de El Corazón de la Materia.
Durante la entrevista, Paul Elie cuestionó a Scorsese sobre su visión del martirio en su infancia y adolescencia -y su pasatiempo de bosquejar storyboards sobre vidas de mártires del Imperio Romano- así como su toma de conciencia de la persecución comunista de la Iglesia, como la sufrida por el Cardenal Mindzenty en Hungría, a través de películas basadas en él, como Guilty of Traason y The Prisoner.
Esta pregunta permitió a Scorsese hablar sobre el significado del martirio, señalando el sentido del sacrificio tal y como se explora en Silencio, pero planteando la cuestión desde la perspectiva de un misionero que cree llevar la verdad a quienes no la conocen. Los japoneses preguntaban si los misioneros tenían en cuenta su propia verdad.
Al ser cuestionado acerca de la redención, Scorsese dijo que él creía en "tratar de obrar bien", lo cual es sinónimo de "abnegación".
Como espectadores, nos hubiera gustado escuchar algo más sobre la experiencia de Scorsese y el actor Andrew Garfield en los Ejercicios Espirituales, que tomaron en la casa de retiros San Bueno, de Gales.
Scorsese también habló de la preparación intensa de Garfield para su papel y de su conciencia alrededor de la espiritualidad ignaciana.
Para Scorsese las cuestiones clave de Silencio eran en torno a la fe, porque las películas, señala, nos brindan imágenes, pero el reto para el espectador es ir más allá de las escenas para entrar en el alma del filme.
También dijo que para él las películas eran como santuarios y catedrales, importantes para volver a descubrir la profundidad de la vida que ocurre afuera de sus muros.
Para Scorsese, la fe, la duda, el compromiso, la traición, son claves para comprender el desafío que los japoneses imponen a los jesuitas de pisar la imagen de Jesús. El cineasta también nos hace caer en cuenta que la verdadera humildad es imposible de conseguir sin la auto humillación.
Rose Pacatte había preparado una pregunta sobre el vínculo entre La última tentación de Cristo y Silencio. Scorsese contó que después de la controversia generada por La última… el Arzobispo Paul Moore le dio una copia del libro Silencio, misma que leyó durante un viaje en un tren en Japón; fue entonces cuando decidió hacer la película, un proyecto que tomó años en gestarse.
En cuanto a La última… Paul Moore le aseguró, en la ortodoxia de su interpretación de la novela de Kaszantsakis, que Jesús conjugaba lo plenamente humano y lo completamente divino, en una sola persona. De hecho, recordó que cuando un precavido productor le preguntó por qué quería hacer esta película, él le dijo: "quiero saber más acerca de Jesús".
Lo que nos permite regresar a Silencio, a la espiritualidad de sus protagonistas, a la base de la tradición espiritual de los jesuitas, a su ministerio, al desafío de su fe, al fracaso externo y a la cuestión de qué es y cómo vivir la fe en esas circunstancias extremas.